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MIRANDO EL INFINITO

Texto: Claudia Aguilera Neira / 
junio 6 - 2014
MIRANDO EL INFINITO
Más de 300 mil fotografías componen el legado de Leo Matiz, fotógrafo nacido en Aracataca en 1917, que se definió a sí mismo como un personaje de Macondo. Fue un trotamundos que saltaba del desierto mexicano a las guerras del Medio Oriente, cazando imágenes para las portadas de las revistas Reader´s Digest, Look, Norte, Harper Magazine, Life y Así.

Parte de su obra, se puede apreciar hasta el 19 de mayo en el Museo Nacional, en una exposición-homenaje que contiene 128 fotografías,divididas en cinco núcleos temáticos: agua, tierra, ciudad, posvanguardia y arte, conformados cada uno de ellos por veinticinco fotografías, en su gran mayoría vintages o copias de época realizadas por el autor.

Según el periodista y escritor Miguel Angel Florez, biógrafo de Matiz y quien simbólicamente escribió la vida del incansable Leo entrevistándolo a bordo de trenes en Italia, “en la búsqueda por nuevas aventuras, Matiz disfrutaba de amores intensos y fugaces que él luego abandonaba con su premisa vital de “Leo Matiz va. No espera” y que le sirvieron para inventar su propia epopeya personal de fotógrafo incansable”

El Homenaje Nacional a Leo Matiz quien murió a los 82 años, fue solicitado por el Presidente Juan Manuel Santos a la actual Ministra de Cultura Mariana Garcés Córdoba. Santos conocía la trayectoria de Leo Matiz en El Tiempo y sabía que su propio abuelo, Enrique Santos Montejo “Calibán”, el autor de la columna La Danza de las horas y Director de El Tiempo desde los años 30, había orientado a Matiz a la fotografía cuando le dijo en 1939: “hágase fotógrafo. Necesitamos más un fotógrafo que un dibujante”.

En 1935 a la edad de 18 años Leo Matiz ingresó a  la Escuela Nacional de Bellas Artes en Bogotá. En este centro académico descubrió las obras de grabadores, pintores y caricaturistas importantes como Gustave Doré, George Grotz y el mexicano Guadalupe Posada. En ese entonces, Matiz también vendía caricaturas al periódico El Tiempo, ilustraba páginas literarias y disfrutaba del ambiente intelectual de la capital del país.

Hasta ese momento,  Leo Matiz había vivido gran parte de su adolescencia en la atmósfera anárquica y agitada de los cafés y los periódicos en Santa Marta, Barranquilla y Bogotá. Seducido por la vida bohemia, Matiz obtenía en esos ámbitos su sustento diario con el arte de la caricatura.

De acuerdo a  la propuesta curatorial de la exposición concebida por el investigador y curador Ernesto Peñaloza, Académico del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, la muestra incluye la fotografía humanista y la post-vanguardia en la obra de Leo Matiz.

Sobre Matiz, escribe el curador de la exposición “fue un artistaversátil que trabajó principalmente como fotógrafo, pero queincursionó así mismo en el dibujo, la caricatura y la pintura. Su labor como reportero gráfico y en el campo de la fotografía artística, documental, comercial y publicitario la realizó de manera destacada.A lo largo de seis décadas acumuló un acervo de aproximadamente300 mil imágenes que conforman la huella en el mundo y el imaginariode uno de los más importantes fotógrafos del siglo XX”.

En su adolescencia Matiz trabajó en el periódico El Tiempo comocaricaturista, viajó por casi toda América latina, trabajó en la boyanteindustria cinematográfica de los años 40 y 50 en Mexico, creó periódicos  y revistas y fundó galerías de arte, en una de las cuales exhibió en 1951 por primera vez, la obra del pintor Fernando Botero.

La exposición se complementa con la proyección de fragmentos de algunas películas en donde Leo Matiz participó como stillman, así como una selección de carteles y foto fijas y con dos vitrinas que contienen cada una el conjunto de revistas Selecciones de Reader´s Digest en donde aparaecen las fotografías de Matiz en la portada y un álbum inédito con fotografías de Matiz de los diseños en tela de Donelda Fazakas (su esposa en ese momento).

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