Una mesa de madera para planchar, comprada en un anticuario del barrio Usaquén, en Bogotá, se convirtió en el comedor. Esta pieza tiene un hueco producido por el calor que generaba el electrodoméstico cuando estaba apoyado sobre ella; sus cuatro sillas son distintas –tres eran de la abuela de la propietaria–. Los marcos, adquiridos en diversos mercados de pulgas, exposiciones y viajes, son de distintos tamaños y formas, tienen dibujos, fotos de artistas como Frida Kahlo y espejos.
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