Arquitectura

CASA ZÉ, UN BLOQUE MONOLÍTICO

fotografía: leonardo finotti Texto: gustavo hiriart / 
julio 17 - 2015
CASA ZÉ, UN BLOQUE MONOLÍTICO
El Estudio Paratelier propone una pequeña y compacta casa que aprovecha su posición para captar las vistas cercanas y lejanas. Las tablas que dieron forma al hormigón de sus muros fueron reutilizadas en el interior.

A 25 kilómetros al sur de Lisboa, la pequeña ciudad de Palmela aprovecha su situación geográfica excepcional: muy cercana a la capital portuguesa, pero aún con características semirrurales, donde la dominante actividad vitivinícola convive con industrias de mediano porte. Construida en torno al castillo de Palmela, el cual ocupa su parte más alta, ciudad y castillo dominan el valle y las vistas a la reserva Parque Natural Arrábida.

La plaza Boa Vista hace honor a su nombre: desde ella se observa tanto el valle Barris como el castillo medieval. Y en un estrecho terreno vacante que enfrenta a la plaza, Paratelier, estudio de arquitectura con oficinas en Lisboa y Roma, dirigido por Monica Ravazzolo y Leonardo Paiella, proyectó la Casa Zé. Estos jóvenes arquitectos actúan frecuentemente en las áreas de arquitectura y diseño de paisaje, y de alguna forma esta vivienda aúna ambas disciplinas, ya que la construcción se funde en el paisaje del lugar e integra, asimismo, las vistas del entorno en sus espacios.

Vista desde la plaza, la casa se presenta como un bloque monolítico, con apenas algunas aberturas discontinuas que favorecen la imagen de objeto macizo. Esta contundencia se ablanda, por así decirlo, con la forma del techo a dos aguas, que informa icónicamente su función de vivienda. Por más que el contraste con sus vecinos es notable, el proyecto procura asociarse a través de la coloración ocre y rojiza de sus muros y techo respectivamente. Además, un pequeño patio lateral sirve también de conexión (o desconexión, mejor) con el domicilio de la esquina.

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Todo proceso constructivo deja sus huellas; las construcciones con hormigón visto hacen del proceso su acabado final, al dejar las marcas del encofrado que le dio forma. La Casa Zé lleva esto aún más lejos, ya que las tablas utilizadas para encofrar los muros exteriores fueron reutilizadas, luego de haber sido limpiadas y enderezadas, casi en su totalidad en el interior. De esta manera, además de las ventajas del reaprovechamiento (económicas y de sustentabilidad) existe una correspondencia geométrica entre las marcas en el exterior y las juntas en el interior.

//revistaaxxis.com.co

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