Construir en medio de árboles sin talarlos y por el contrario sembrar más, es posible

En Karuizawa, un refugio vacacional de montaña a menos de dos horas de Tokio, una residencia de líneas modernas encuentra su lugar entre la naturaleza. Un diseño del arquitecto Yoshihiko Lida. 

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«No tocamos ni uno de los árboles del terreno cuando construimos esta casa; de hecho, plantamos algunos más”, recuerda el arquitecto Yoshihiko Lida al hablar de la casa de vacaciones que terminó en marzo de 2007 para uno de sus clientes y que está ubicada en Karuizawa, una pequeña localidad vacacional en la prefectura japonesa de Nagano, 170 kilómetros al norte de Tokio.

La temperatura fresca del entorno alpino en verano y la abundancia de pinos, abetos y abedules han hecho de este un sitio popular para agobiados citadinos y entusiastas observadores de pájaros desde finales del siglo XIX. Pero lamentablemente la historia actual de Karuizawa refleja el proceso irracional del desarrollo inmobiliario, el cual ha destruido mucho del encanto que inicialmente atrajo visitantes a este idílico retiro de montaña.

 

“La Karuizawa de hace años era un lugar sereno con abundantes extensiones de musgos que tapizaban el suelo de los bosques poblados por árboles espléndidos –dice Lida–. Las cabañas de vacaciones estaban generosamente espaciadas en la región. Pero ahora todo ha cambiado. Están talando los árboles a un ritmo alarmante”.

Lida insinúa que incluso el brote de desarrollo que se extendió durante el auge inmobiliario de la burbuja económica japonesa de los años 80 fue relativamente consciente, comparado con lo que ha sucedido en la pasada década. “En ese entonces, los promotores aún tenían en cuenta la historia particular del área, el contexto topográfico y la flora nativa. Pero actualmente los constructores y compradores les están prestando poca atención a esos temas.”

Si el refugio de vacaciones diseñado por Lida para uno de los científicos más destacados del país tiene algún sentido, es que aún podemos volver a la naturaleza para encontrar allí la mejor fuente de inspiración. El terreno está privilegiado por una densa arboleda hacia el sur. Lida determinó hacer de este punto el foco de atención del estudio y los espacios de estar de la casa.

Estructura monolítica

La visión del diseño empieza con el acercamiento al edificio. Desde el camino de acceso al norte de la parcela, se caminan cerca de 40 metros sobre un sencillo sendero hecho de tablas inmunizadas de pino nativo de Nagano. De hecho, las tablas se reciclaron de los estribos de los andamios que se usaron durante la construcción. El sendero cumple el doble propósito de “adaptar” la mente del visitante a lo rústico del ambiente y de proteger los musgos nativos.

En los costados este y oeste de la estructura, cinco muros de concreto reforzado, distanciados rítmicamente, sostienen la cubierta a dos aguas. La entrada no se percibe a primera vista, al estar incorporada en la impactante pared de cinco metros de altura del corredor cubierto y expuesto al exterior a través del patrón de intervalos que establecen los muros independientes.

La estructura de la residencia es monolítica. Pero dentro de la sencillez de su esquema de caballete, Lida desplazó el eje de la cubierta extendiendo el alero que cubre el corredor de acceso. La asimetría resultante le agrega un toque informal a la casa y a los espacios que contiene.

Luz y madera

En su interior, la casa acoge a sus residentes –una pareja de casados, que la visita varias veces al mes cada primavera, verano y otoño– en sus espacios etéreos y a la vez compactos, independientes de la estructura y definidos por las maderas nativas y las superficies de vidrio. Los pisos son de abedul encerado; las paredes y el cielo raso están enchapados con paneles de pino trabajado con destreza para acentuar la continuidad entre el interior y el exterior.

El espacio principal del estar y el comedor se abre a una superficie de vidrio de 6,6 metros de altura que admite la luz y enmarca el escenario natural del área de bosque protegido al sur. Las puertas correderas de vidrio se pueden abrir completamente para prolongar el estar hacia el exterior. Un amoblamiento de líneas modernas y sencillas acentúa la sensación de unidad del interior con el bosque.

Para compensar el tono bronceado de las paredes y el cielo raso de pino, usó paneles de madera contrachapada lacados en blanco para ablandar el espacio. “Con este acabado, a ciertas horas del día la textura de la madera se parece al mármol. Ya había usado esta técnica, pero nunca con tan buen resultado”, afirma con satisfacción. El mismo material y acabado se empleó en el sofá, la mesa de centro y el clóset de zapatos.

El equipamiento de la casa incluye un sótano que sirve como una cámara de aire que aísla el piso principal de suelo permanentemente congelado. Una unidad de intercambio de calor ubicada en este nivel inferior calienta tanto los pisos como los espacios superiores. Una estufa de leña aviva el segundo nivel y le da un toque de elegancia al estar principal. Lida sostiene que le ha insistido a su cliente que visite la casa en invierno. “No sólo por la belleza de Karuizawa en esa época del año, sino porque me gustaría conocer su impresión de cómo se siente la casa cuando el clima es más frío” Una Casa en medio de árboles.

Conozca el proyecto de estos colombianos que los llevó a la Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Hong Kong. 

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